
Sería especialmente divertido traspasar la arcilla del televisor, la
telerrealidad trucada y moldeada, como por arte de magia a nuestros hogares. Imagina lo emocionante que sería al levantarte-mientras rascas tu polla o
vulva con ganas de lanzar un chorro celestial- esperar más una hora en un checkpoint militar, en
algún punto poco preciso del pasillo, tierra ocupada que separa tu habitación del gran liberador de
vejigas, el centro de tus necesidades. O piensa en lo potente de una explosión en tu sofá, dejando hechos trizas a tus hermanos, al padre de familia, expulsando las
tripitas de tu perrita
Tomi. Conmovedor, sí, ver a tu abuela famélica, muriendo por
dengue o SIDA en la cocina, mientras prepara unas croquetas de desperdicios.
Adrenalínico, caer
víctima de una bala perdida en el
tendedero del patio interior... O el vislumbrar una legión de intocables defecando en tu comedor, un ejército de parias que no tiene donde caer muerto, réplica perfecta de lo que ocurre en la estación central de Nueva
Delhi.
Sería divertido vivir la realidad del mundo sin salir de casa, ¿verdad? Siente el poder de la
Playstation.
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