lunes, 4 de junio de 2007

Finalmente, mortaja


Hay días en que no como y otros en que no paro de cagar

Más de un mes sin escribir aquí. Bajé al moro, absorbí el alimento, husmeé aquí y allá, taxis, miseria, belleza, contradicción; y un rostro animal, inimaginable antes del viaje, se cruzó entre mi mirada de niño y la realidad; ojos oblicuos, certeros, la luna puta cruel en ellos, ojos del lobo que invaden el espejo cual ladilla caníbal. No hay insecticida posible.

Primero fue Mateo el que se rindió en el blog; luego vino Eneko, el auténtico motivo, el genial motivo para lanzarlo al aire- ¿de qué estará compuesto el hiperespacio? La misma palabra da náuseas: blog, egos comprimidos en la Red, miles, millones. Cuando, en realidad, necesitamos silencio, sssssss!!!! La palabra, principio cosmogónico de la civilización, no tiene sentido. Es como una futura esposa en el desierto de Chad, candidata violada por guerrilleros minutos antes de celebrar el enlace; no sirve para nada, no puede haber boda, su valor es igual a cero, la transacción es imposible... vuelva a intentarlo en cinco minutos...

Pura crisis, escribir no sirve (mi vida es crisis crónica, y resaca perpetua, y mala paja en ojo propio). Es materia muerta, mercancía taxidermista. Y los muertos abundan, mires dónde mires: los felices (Sur), arrasados por las ametralladoras, machacados por los tristes; y los tristes (Norte), asfixiados, sucumben a pulmón pleno de mierda contemporánea por las rutinas adictivas, funambulismo en el vacío, la gloria al final de la cuerda, pero no existe gloria, amigo. Caes, caes, caes, despierta... No hay cuerda, imbécil!!!

Este blog no era más que eso: una boñiga contemporánea, el triste hedor de los tiempos.

Hay días en que no como y otros en que no paro de cagar

Regresar a Madriz de Casablanca fue el astro-shock. La mala leche de esta ciudad en la que todos, sin excepción, están muertos, no encuentra rival; y mis letras estaban tan vacías como la bolsa seminal; mis letras no eran más que sadoonanismo.

Así que dejé de escribir; dejé de sentir la mala leche; dejé de creer. Eso está bien. La primera verdad que expreso en años: dejé de creer. No vale la pena la fe. Sobre la fe, y la falta voluntad, sólo se han dicho memeces; hermosas a veces, quién lo niega, pero la estupidez puede ser tan bonita como esa niña sin cerebro que luce el escote perfecto, hendiduras, cañones de carne, que determinan las líneas turgentes de lo que tendría que ser la frontera del Cielo.

La fe es el impulso animal de los animales que mueren, día a día, asfixiados, sin entender que enfermedad les mata. Estáis, como yo, muertos, todos, todas. ¿Celebramos una fiesta necrófila? Sólo nos queda decir, por esta vez, el adiós. El mantel de esta comida ha sido nuestra mortaja. En el próximo festín, quién sabe.

RaDA, con el permiso de ENeKO y MaTEO

lunes, 23 de abril de 2007

No tengáis miedo

La mujer iraní es hermosa. La flor del desierto germina entre campos de petróleo y sueños nucleares. Bajo máscara velada y telas de cucaracha negra. Tiene rasgos harios, y sueños húmedos como cualquier adolescente. Está inmersa en dos mundos que pelean a garrote, horca y propaganda. La amé cuando visité Teherán, Kermán, el califato de los Asesinos, las sucias aguas del Caspio, el desierto infatigable del Lut que lanza su aliento de muerte en tu oreja mezquina, y te devuelve al instante primero en el que nacieron los dioses y los demonios, páramos de desolación en donde el Más Allá se define como Más Acá.

En silencio, en un sucio baño, temí ser encarcelado por manifestarle a mi yo íntimo cuán grande puede ser el amor; ¡tan hermosas y dulces eran! la única fruta que crecía entre montañas olvidadas por el tiempo, entre desiertos de carne veig. Las pijas mostraban coquetamente su pelo en el último resquicio de libertad que les daba el velo; lucían aros de oro, sortijas preciosas. Y los centros comerciales, efigies de un mundo soñado, eran bazares de feminidad. Ropas modernas y lejanas, joyas contrarias a la leyes islámicas, reflejos de una mujer privada que sólo puede beber vodka en fiestas domésticas, y trasladarse a universos paralelos a través del transbordador de una parabólica que emitía desde Teherángeles (Los Ángeles es la ciudad del mundo que contiene un mayor número de inmigrantes iraníes, la mayoría contrarios al régimen de los Ayatollahs).

La mujer es hermosa, quizás de las cosas más hermosas del mundo. Un caldo de una nueva era que no acaba por llegar. Debéis amar a la mujer como yo lo hice en mis viajes. Debéis saber que son el futuro: no son la rosa que debe ser protegida por una urna de las inclemencias del desierto. Es la gran enredadera que nos devorará a todos para devolvernos la esperanza, la germinadora total que hará de lo seco húmedo, de la muerte, vida.

Dejarlas libre, sed libres, libres… No tengáis miedo: el futuro es imparable, ya no os pertenece, dejarlo estar.

Mahmud Ahmadineyad: "En Irán, las mujeres tienen más derechos que los hombres".

Pero no se libran de ser aconsejadas, detenidas, azotadas... Irán inicia una campaña para obligar a las mujeres a usar el velo islámico

miércoles, 18 de abril de 2007

Consumimos 154.833 millones de sopa al año, y seguimos siendo unos capullos

¿Cuántos tipo de sopa hay en el mundo?
¡Incontables! He recorrido toda Europa y toda Sudamérica y parte de Asia catando sopas: en todas partes cuecen sopas.
¿Qué país da sopas con honda a todos?
Polonia. Es el país más sopero del mundo: el 90% de la población toma dos platos a la semana. El 16% de sus comidas son sopas.
¿Tenemos que comer mucha sopa los españoles para alcanzar a los polacos?
Consumimos 154.833 millones al año, ¡la mitad que ellos! Pero tenemos algo en común con los polacos: un 75% de las que tomamos son caseras. En el resto de los países no llegan al 50%.
¿Cuál es la sopa más universal de todas?
La sopa de pollos de fideos. ¡La encuentro en todas partes del mundo!
¿Y la sopa más antigua conocida?
No lo sé. Supongo que primitivamente debió ser primero una infusión con fines medicinales, y eso más tarde se convertiría en recurso culinario.
¿Y cómo será la sopa del futuro?
Dependerá de la evolución de los gustos.

Entrevista a Jaume Drudis (diseñador de sopas), de Víctor-M. Amela, en la La contra de La Vanguardia.
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La sopa. Una de las teoría dice, al menos acerca del origen del cocido en España, que deriva de los caldos judíos, la adafina. Durante la celebración del sabath, muy listos ellos, no podían cocinar, ni follar, ni fregar, ni comerciar..., pero tenían que comer, ¡el estómago no entiende de paciencias, Job! Así que devoraban el cocido del día anterior, sin saber que podría ser el último en la Expaña de la Inquisición. La sopa es un maridaje- odio la palabra que recuerda a Fernando e Isabel- completo, un verdadero manjar, ora primitivo, ora sublime. Debiera convertirse en un símbolo: a cocer a Zapatero, Otegi, Rajoy, los pijos de Serrano, lo kinkis king de la periferia, los agricultores, el peón de la mina, el empresario, el diseñador, el especulador: todos adquiriendo el sabor del otro, dejando de lado el exclusivo uno mismo para sumergirnos en un apacible letargo; un pocero que vive en una infravivienda, un miki king despertando en un chalet de la Moraleja perfumado con la fragancia roja de Expaña. Por eso el cocido es tan caro (30 euros), por eso me empeño en ser la guindilla, para ver como armonizas esto: mi rabia. Sólo el cambio climático podrá cocernos a todas, y yo ya estoy al sol.

martes, 17 de abril de 2007

Amok, la rabia mata al perro

"Manténganse a cubierto, pistolero en el campus"
Si por una súbita y espontánea eclosión de rabia, corres armado con un cuchillo (que también puede ser un arma de fuego o granada) y atacas, hieres o matas a los hombres y animales que aparezcan a tu paso, hasta que seas inmovilizado o te hayas suicidado, es que has padecido un ataque de Amok.

La rabia hacía eclosión en sociedades primitivas, mágicas e irracionales, tanto que llegó a describirse como un síndrome que convierte a cualquier individuo en una plaga bíblica o coránica, un arma real de destrucción masiva, encuentro con la violencia orgiástica, el mismo Satán: confirmamos, existe.

A los Estadounidenses les encanta relatarlo como un gran día de furia (Falling Down), recuerda a Michael Douglas armado con un bate de béisbol: el ciudadano X, apocado, tímido, introvertido, el objeto de burla, perdedor, incapaz gozar del privilegio de un kiki, de recibir sonrisa amiga en clase, incapaz de aceptar que no es más que una boñiga entre imágenes sexadas de triunfo, ha decidido echarse una canita al aire perfumada en fragancias de Apocalipsis: se ha armado con dos revólveres y ya van treinta muertos... ¡Pum, pum! La nueva retórica del Triunfo de Bastos.

El síndrome de Amok fue descrito por doctor Westermeyer en 1972 al analizar determinadas conductas entre los pueblos primitivos malayos. El joven asiático de Virginia (esperemos que no fuera malayo), los perros salvajes del instituto Columbine (definitivamente, no eran malayos), el francotirador de Austin (había servido en una de las múltiples guerras… asiáticas) ¿sufrieron el síndrome de Amok? ¿Canalizaron su rabia aniquilando todo ser que encontraran a su paso? ¿Por qué un ataque neurótico catalogado como primitivo, irracional y mágico se manifiesta en los desarrollados EEUU, un lugar al que todos aman, satisfecho de sí mismo? ¿Por qué ahora los científicos tienen que recurrir a los malayos para explicar algo que ocurre en EEUU, Europa o Japón? ¿Por qué en el mejor de los casos se culpa a los videojuegos? ¿Un síndrome primitivo en el hiperespacio?

De algún modo, nuestro yo primitivo- sí, ese mismo que hace que huelas el dedo que ha entrado en tu culo, o sueña con el asesinato de tus padres- está empezando a pegarse unos buenos festines entre las sobras de la actualidad. Muchos de los amok están de servicio en múltiples guerras ilegales, y pagados por gobiernos corruptos: estos no cuentan, ya que la guerra es la amokiasis aceptada, la rabia cultural y económica: un modelo más de triunfo. Otros en cambio han decidido darle otro sentido a su comportamiento neurótico: en Japón, por ejemplo, se encierran en una habitación de por vida, o realizan flashmobs suicidas dando un sentido comunal al misterio más trágico. Los alemanes optan por el canibalismo, o el rito satánico. Y los españoles, tan latinos y pasionales, burlan el cerco social llevándose por delante al ser que más quieren (a ellos mismos) tras culminar su estúpida carnicería, preferiblemente contra una mujer...

No sé si todos ellos sufren el síndrome de Amok, no sé si la ciencia entiende un carajo lo que ocurre, más allá de nomenclaturas extrañas que nos conducen a pueblos todavía más extraños. Será que la enajenación siempre debe mantenerse lejos: ya sea en la cuevas de Bora Bora, o en la selvas del sudeste asiático.

Quizás sea en realidad el síndrome de los tiempos. Padecían la enfermedad de los tiempos, claro. Una enfermedad tan antigua como extraña -porque el tiempo nunca se detuvo- que parece empeñada en recordarnos que la bestia sigue sin domesticar en los adentros. Y que su alimento publicitario-social, la cultura estúpida, la quimera imbécil, el valor fanático, éxito inmediato, han hecho que engorde cual tocino bellotero, bellotas de frustración y falta de amor primal, lo suficiente gordas como para hacer creer que ha llegado el día de la matanza.

Dejémoslo, por amor a nuestra cultura, y la idiosincrasia que nos caracteriza, en el síndrome de San Martín. No es necesario irse hasta Malasia para entender que somos una raza con síntomas de una enfermedades extrañas, crónicas, no pasajeras.

miércoles, 11 de abril de 2007

Repeat after me

Go to work, send your kids to school
follow fashion, act normal
walk on the pavements, watch T.V.
save for your old age, obey the law
Repeat after me: I am free

martes, 10 de abril de 2007

Hikikomori

¡Ja! Me río. Viajar por el espacio, salir de mi habitación, de mi calle, de mi frontera, de mi atmósfera, es ingenuo. El espacio, el universo, es únicamente lo que separa mi habitación del resto, no hay más, no existe más; sólo el remanente, la carne podrida cuyo aroma entra en mi habitación a pesar de estar cerrada, el hedor de tu piel ¿cómo puede apestar a vosotros si permanece aislada, sino existe contacto entre aromas y aires, entre mi adentro y tu afuera? Mi impermeable, insonora y segura habitación. El espacio, el universo entero, se encuentra allí. No hay más. No existe más.

Mis sueños de astronauta querían conquistar ese espacio afuera, la diversidad de la especie que creí encontrar en la películas de niño, y en algún que otro libro, engaños que planta la civilización entre adormideras y cicuta para matar tu espíritu. Pero ya digo que el sueño del espacio, lo que tú llamas la realidad, no es más que un sueño ingenuo, una vía de escape muy remota. Sigo viéndome como aquel astronauta infantil en un planeta desconocido, sin apenas oxígeno, muerte crónica sobre dunas de cristal oscuro, rodeado de animales perversos, seres de múltiples ojos y tentáculos lascivos.

No volver a salir de mi habitación, porque el espacio es pequeño, y el resto fueron los sueños de un astronauta tetrapléjico a punto de morir bajo la presión de la cruel cadena alimenticia.
Soy un asceta sin su religión, un astronauta sin su espacio, una rata sin desperdicios. Soy un hikikomori. Vuestro futuro.

lunes, 9 de abril de 2007

¿Eres un cínico? II

Comer al prójimo se convierte así en un ejercicio filosófico: nada imposible, en primer lugar porque de ese modo actúan otros pueblos del planeta, pero también porque todo se une con todo y de esa manera la economía general del mundo queda preservada. La materia del cadáver de mi prójimo se recicla, no se pierde, sino que se modifica, se transforma y reingresa en el gran juego de la partículas en movimiento. El canibalismo- o la homofagia- se convierte en un argumento a favor de atomismo; y, por otra parte, la inversa es igualmente cierta. Más antiplatónico, ¡imposible!."

A propósito de Diógenes de Sínope, el Perro Regio.
Michel Onfray. Las sabidurías de la antigüedad (Contrahistoria de la filosofía I)