Comer al prójimo se convierte así en un ejercicio filosófico: nada imposible, en primer lugar porque de ese modo actúan otros pueblos del planeta, pero también porque todo se une con todo y de esa manera la economía general del mundo queda preservada. La materia del cadáver de mi prójimo se recicla, no se pierde, sino que se modifica, se transforma y reingresa en el gran juego de la partículas en movimiento. El canibalismo- o la homofagia- se convierte en un argumento a favor de atomismo; y, por otra parte, la inversa es igualmente cierta. Más antiplatónico, ¡imposible!."
A propósito de Diógenes de Sínope, el Perro Regio.
Michel Onfray. Las sabidurías de la antigüedad (Contrahistoria de la filosofía I)
lunes, 9 de abril de 2007
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