Hay días en que no como y otros en que no paro de cagar
Más de un mes sin escribir aquí. Bajé al moro, absorbí el alimento, husmeé aquí y allá, taxis, miseria, belleza, contradicción; y un rostro animal, inimaginable antes del viaje, se cruzó entre mi mirada de niño y la realidad; ojos oblicuos, certeros, la luna puta cruel en ellos, ojos del lobo que invaden el espejo cual ladilla caníbal. No hay insecticida posible.
Primero fue Mateo el que se rindió en el blog; luego vino Eneko, el auténtico motivo, el genial motivo para lanzarlo al aire- ¿de qué estará compuesto el hiperespacio? La misma palabra da náuseas: blog, egos comprimidos en la Red, miles, millones. Cuando, en realidad, necesitamos silencio, sssssss!!!! La palabra, principio cosmogónico de la civilización, no tiene sentido. Es como una futura esposa en el desierto de Chad, candidata violada por guerrilleros minutos antes de celebrar el enlace; no sirve para nada, no puede haber boda, su valor es igual a cero, la transacción es imposible... vuelva a intentarlo en cinco minutos...
Pura crisis, escribir no sirve (mi vida es crisis crónica, y resaca perpetua, y mala paja en ojo propio). Es materia muerta, mercancía taxidermista. Y los muertos abundan, mires dónde mires: los felices (Sur), arrasados por las ametralladoras, machacados por los tristes; y los tristes (Norte), asfixiados, sucumben a pulmón pleno de mierda contemporánea por las rutinas adictivas, funambulismo en el vacío, la gloria al final de la cuerda, pero no existe gloria, amigo. Caes, caes, caes, despierta... No hay cuerda, imbécil!!!
Este blog no era más que eso: una boñiga contemporánea, el triste hedor de los tiempos.
Hay días en que no como y otros en que no paro de cagar
Regresar a Madriz de Casablanca fue el astro-shock. La mala leche de esta ciudad en la que todos, sin excepción, están muertos, no encuentra rival; y mis letras estaban tan vacías como la bolsa seminal; mis letras no eran más que sadoonanismo.
Así que dejé de escribir; dejé de sentir la mala leche; dejé de creer. Eso está bien. La primera verdad que expreso en años: dejé de creer. No vale la pena la fe. Sobre la fe, y la falta voluntad, sólo se han dicho memeces; hermosas a veces, quién lo niega, pero la estupidez puede ser tan bonita como esa niña sin cerebro que luce el escote perfecto, hendiduras, cañones de carne, que determinan las líneas turgentes de lo que tendría que ser la frontera del Cielo.
La fe es el impulso animal de los animales que mueren, día a día, asfixiados, sin entender que enfermedad les mata. Estáis, como yo, muertos, todos, todas. ¿Celebramos una fiesta necrófila? Sólo nos queda decir, por esta vez, el adiós. El mantel de esta comida ha sido nuestra mortaja. En el próximo festín, quién sabe.
RaDA, con el permiso de ENeKO y MaTEO
Más de un mes sin escribir aquí. Bajé al moro, absorbí el alimento, husmeé aquí y allá, taxis, miseria, belleza, contradicción; y un rostro animal, inimaginable antes del viaje, se cruzó entre mi mirada de niño y la realidad; ojos oblicuos, certeros, la luna puta cruel en ellos, ojos del lobo que invaden el espejo cual ladilla caníbal. No hay insecticida posible.
Primero fue Mateo el que se rindió en el blog; luego vino Eneko, el auténtico motivo, el genial motivo para lanzarlo al aire- ¿de qué estará compuesto el hiperespacio? La misma palabra da náuseas: blog, egos comprimidos en la Red, miles, millones. Cuando, en realidad, necesitamos silencio, sssssss!!!! La palabra, principio cosmogónico de la civilización, no tiene sentido. Es como una futura esposa en el desierto de Chad, candidata violada por guerrilleros minutos antes de celebrar el enlace; no sirve para nada, no puede haber boda, su valor es igual a cero, la transacción es imposible... vuelva a intentarlo en cinco minutos...
Pura crisis, escribir no sirve (mi vida es crisis crónica, y resaca perpetua, y mala paja en ojo propio). Es materia muerta, mercancía taxidermista. Y los muertos abundan, mires dónde mires: los felices (Sur), arrasados por las ametralladoras, machacados por los tristes; y los tristes (Norte), asfixiados, sucumben a pulmón pleno de mierda contemporánea por las rutinas adictivas, funambulismo en el vacío, la gloria al final de la cuerda, pero no existe gloria, amigo. Caes, caes, caes, despierta... No hay cuerda, imbécil!!!
Este blog no era más que eso: una boñiga contemporánea, el triste hedor de los tiempos.
Hay días en que no como y otros en que no paro de cagar
Regresar a Madriz de Casablanca fue el astro-shock. La mala leche de esta ciudad en la que todos, sin excepción, están muertos, no encuentra rival; y mis letras estaban tan vacías como la bolsa seminal; mis letras no eran más que sadoonanismo.
Así que dejé de escribir; dejé de sentir la mala leche; dejé de creer. Eso está bien. La primera verdad que expreso en años: dejé de creer. No vale la pena la fe. Sobre la fe, y la falta voluntad, sólo se han dicho memeces; hermosas a veces, quién lo niega, pero la estupidez puede ser tan bonita como esa niña sin cerebro que luce el escote perfecto, hendiduras, cañones de carne, que determinan las líneas turgentes de lo que tendría que ser la frontera del Cielo.
La fe es el impulso animal de los animales que mueren, día a día, asfixiados, sin entender que enfermedad les mata. Estáis, como yo, muertos, todos, todas. ¿Celebramos una fiesta necrófila? Sólo nos queda decir, por esta vez, el adiós. El mantel de esta comida ha sido nuestra mortaja. En el próximo festín, quién sabe.
RaDA, con el permiso de ENeKO y MaTEO